Celos

-¿Una chica?
Mi hermano levanta la mirada de la adolescente, dormida, para enfrentarse a la mía.
-¿Una chica de mi edad?
-En realidad tú ya has cumplido cerca de doscientos años.
-¡Gracias por recordármelo! 
-¿Cual es el problema, Elle? Otras veces han sido mujeres y niñas.
-Pero no chicas de mi edad.-Respondo indignada.-No chicas a las que tratas como me tratabas a mí cuando estaba viva. ¡No quiero que las trates como a mí!
-Sabes lo que voy a hacer con ella. Sabes para qué la quiero.
-Para hacer con ella lo mismo que hiciste conmigo.-Me cruzo de brazos. 
Estoy tan furiosa que la luz de la lámpara titila un poco y las cortinas ondulan ligeramente. La chica frunce el ceño en sueños, inquieta de pronto. Me alegra molestarla.
-Para.
-No puedo.-Respondo burlonamente.
-He dicho que pares.
Se pone tan serio que me asusta. Hago un esfuerzo por controlar mi furia. La chica vuelve a respirar tranquila, y todo vuelve a la calma.
-¿Ella es cómo yo para ti, Peter? ¿Ella es tu juguete nuevo?
-Deja de decir tonterías. Tú eres mi hermana. Tú estarás siempre conmigo.
-¿Y si a ella le pasase lo mismo que a mí? 
-No va a pasar.
-¡Esa no es la cuestión!-Me giro, enfadada, y recorro la habitación.
-Entonces explícame cual es el problema, hermanita.
-El problema es que es como yo era, y tú la cuidas cómo me cuidabas a mí. ¡No me importa que ella vaya a morir por ti! ¡Ahora esta viva! Y eso es lo que me duele. Me muero de envidia. Ella te abraza mientras yo me quedo mirándoos. Ella respira, su corazón late, la coges de la mano y la besas como si nada mientras yo daría mi alma por sentir una caricia tuya. Puede que pronto esté muerta, pero ahora esta viva y eso me mata de envidia.

0 comentarios:

Publicar un comentario